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La diabetes es una enfermedad prolongada (crónica) en la que el cuerpo no consigue regular la cantidad de azúcar circulando en la sangre.

Causas

La insulina es una hormona producida por el páncreas para controlar el azúcar en la sangre. La diabetes puede estar causada porque este órgano no produce suficiente cantidad de la hormona, o bien porque el paciente en cuestión presenta resistencia a la insulina.

Para comprender la diabetes, es importante considerar el proceso “normal” por el que el alimento se transforma y como lo usa el organismo para obtener energía.

  1. Cuando comemos, el alimento se digiere y absorbe en el intestino.
  2. El azúcar en forma de glucosa pasa al torrente sanguíneo y será usado como fuente de energía (calorías) para el cuerpo.
  3. En este momento el páncreas producirá insulina, encargada de transportar esta glucosa circulante hacia el músculo, la grasa y otras células donde se almacenará hasta el momento de ser usada.

Las personas diabéticas presentan niveles altos de azúcar en sangre porque su cuerpo no sabe movilizarlo hasta el músculo y las células adiposas (grasa). El hígado de las personas diabéticas produce demasiada glucosa que va a la sangre. Podría darse el caso que el páncreas no sintetice suficiente insulina o que las células no sepan aprovecharse de esta (o ambas situaciones simultáneamente).

Tipo de diabetes

Diferenciamos, principalmente, dos variedades de esta enfermedad según las causas y los factores de riesgo que presentan cada uno.

  • Diabetes tipo 1: es la menos frecuente y se presenta en cualquier edad, pero normalmente se diagnostica en niños, adolescentes y jóvenes adultos. Los pacientes de esta enfermedad tienen un páncreas que no produce insulina (o produce muy poca). El motivo es que las células dejan de trabajar. Se necesitan inyecciones diarias de insulina.
  • Diabetes tipo 2: es más frecuente y casi siempre aparece en edades más avanzadas. Últimamente, pero, a causa de las altas tasas de obesidad, se está empezando a diagnosticar en niños y adolescentes (no todas las personas que padecen diabetes de este tipo tienen obesidad, pero es un factor de riesgo). Es posible que una persona con esta enfermedad no sepa que la padece. Lo que ocurre en este caso es que el cuerpo resiste la insulina y no la usa como debería en una situación ideal
  • Hay algunas personas que padecen una diabetes que no se puede incluir en ninguno de los dos tipos nombrados.
  • Existe una diabetes gestacional que consta en niveles altos de azúcar que aparecen en cualquier momento durante el embarazo de una persona no diabética

Aunque no la consideremos una enfermedad hereditaria, si un familiar la padece, se incrementan las posibilidades de tener diabetes.

Síntomas

Un nivel elevado de azúcar puede provocar, entre otros:

  • Visión borrosa
  • Sed excesiva
  • Fatiga
  • Ganas frecuentes de orinar
  • Hambre
  • Pérdida de peso

Como la diabetes tipo 2 se desarrolla lentamente, algunas personas con el nivel de azúcar alto no presentan síntomas.

En cambio, los síntomas de la diabetes tipo 1 se desarrollan rápidamente y las personas que la padecen se pueden llegar a encontrar muy mal en el momento de diagnosticarse.

Al cabo de los años esta enfermedad puede suponer serios problemas que se conocen como complicaciones:

  • Problemas oculares, dificultad para ver, sensibilidad a la luz, ceguera.
  • Ulceras e infecciones en la pierna o el pie, que pueden llegar a suponer una amputación de la extremidad si no se tratan a tiempo.
  • Daños en los nervios que causan dolor, hormigueo, perdida de la sensibilidad, problemas digestivos y disfunción eréctil.
  • Problemas renales (insuficiencia)
  • Incremento de la probabilidad de sufrir un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular (ictus).

Pruebas y exámenes diagnósticos

Un análisis de orina puede mostrar niveles altos de azúcar en sangre, pero no será suficiente para diagnosticar esta enfermedad.

Se puede sospechar de diabetes a partir de un nivel superior de 200mg/dl. Para confirmar el diagnostico deberemos de realizar, como mínimo, uno de los siguientes exámenes:

  • Glucemia en ayunas: se diagnostica diabetes si el nivel de glucosa en sangre es de 126mg/dl o superior en exámenes realizados en diferentes días. Niveles entre 100 y 125 indican lo que nombramos alteración de glucosa o prediabetes, lo que supone un factor de riesgo para la diabetes tipo 2.
  • Hemoglobina A1C: lo normal es tener una cantidad menor de 5,7%. Consideraremos prediabetes entre 5,7 y 6,4% y diabetes al superar este máximo de 6,4%.
  • Prueba de la tolerancia a la glucosa oral: diagnosticamos un paciente diabético si su nivel de glucosa es de 200mg/dl o superior después de 2 horas de haber tomado un preparado especial que contiene 75g de azúcar. Esta prueba es útil para diagnosticar diabetes de tipo 2.

Se recomiendan pruebas de detección de diabetes tipos 2 en personas que no presentan síntomas, como, por ejemplo:

  • Niños con sobrepeso que sufran otros factores de riesgo a partir de 10 años.
  • Adultos con sobrepeso (considerando este un índice de masa corporal superior a 25) y que tengan otros factores de riesgo como ahora la presión arterial elevada o familiares diagnosticados.
  • Adultos mayores de 45 años, repitiéndose estas cada 3 años o antes si la persona presenta factores de riesgo.
  • Mujeres con sobrepeso y presión arterial elevada que deseen quedar embarazadas.

Tratamiento

La diabetes tipo 2, en algunas ocasiones se puede contrarrestar con variaciones en el estilo de vida, como por ejemplo disminuyendo el peso a través de ejercicio y dieta equilibrada. (una opción un poco más extrema sería una intervención quirúrgica bajo criterio médico).

Actualmente no encontramos una cura para la diabetes tipo 1 (exceptuando la cirugía de páncreas o células productoras de insulina).

El tratamiento de la diabetes, sea del tipo que sea, consiste en una adecuada nutrición y actividad física, acompañadas de la medicación correspondiente para controlar los niveles de azúcar en sangre.

Todas las personas pacientes de diabetes deberían de recibir una información adecuada y un soporte a la hora de lidiar con esta enfermedad.

Controlar el azúcar en sangre, el colesterol y la presión arterial ayuda a reducir el riesgo por enfermedades renales, oculares, del sistema nervioso, ataques cardiacos e ictus.

Para prevenir las complicaciones a largo plazo, se recomiendan visitas periódicas (2-4 veces al año en las que se evalué la condición del paciente).

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